Hace mucho tiempo que, cuando tengo ocasión de hablar con agricultores, sobre la calidad del aceite y su posible diferenciación a la hora de comercializarlo con respecto al malo. La mayoría me comenta lo siguiente: Para qué, si me lo pagan igual...
Pues bien, esta campaña será histórica en cuanto a la cantidad de aceite lampante producido. Y mísera en cuanto al virgen extra.
Según el texto abajo descrito, que nos hace llegar AEMO, parece que el título que he puesto en la cabecera encaja.
Los vírgenes extra comienzan a desmarcarse
La climatología ha provocado que en la presente campaña se obtengan menor cantidad de aceites de calidad por lo que el diferencial de precio entre vírgenes extra y lampantes comienza a ser importante, en el entorno de 30-35 céntimos por kilo, lo que hasta el momento no era habitual
Aún dentro del preocupante escenario de bajos precios los que se decidieron por la recolección temprana de su aceituna y la cosecharon antes de las lluvias están viendo recompensada su apuesta con unos precios sensiblemente superiores por sus aceites.
Los olivareros siempre han denunciado que el mercado no paga los aceites de oliva de calidad frente a los lampantes y no les falta razón, sin embargo este año va a ser diferente.
Y yendo más allá de las causas circunstanciales que hemos señalado tenemos que confiar que en las sucesivas campañas este diferencial de valor se va a ir consolidando porque el consumo de virgen y extra sube frente al aceite de oliva, que se compone en gran parte de refinado, y esto son datos contrastables.
Las cualidades organolépticas y saludables de los vírgenes, apoyadas por cocineros mediáticos y nuevos descubrimientos respectivamente, están calando en un consumidor nacional y exterior que ya comienza a verlos como dos productos diferentes.
El primer día de octubre la presente campaña animábamos desde nuestro boletín a recolectar pronto la aceituna (e-Olivar nº61) porque, decíamos, todo son ventajas y es que los aceites son de mayor calidad, los costes no son superiores, disminuimos la vecería, evitamos riesgos derivados del clima y, esto es nuevo, el mercado los reconoce.
Abogamos porque este diferencial se sigua incrementando y no sea únicamente fruto de un día. De esta forma tendremos el último argumento que nos falta para incentivar la producción de aceite de oliva virgen de la máxima calidad que como ya hemos señalado reiteradamente es, a medio y largo plazo, una apuesta segura a caballo ganador.